Cuídalo o rómpelo.
(De Tuyo es, mío no)
Después de Vamos A Morir, Demonios Tus Ojos, Mil Dolores Pequeños y su anterior disco en solitario -Luna de Agosto-, Javier Colis emprende una nueva etapa con Las Malas Lenguas. Una banda en la que está presente esa inquietud experimental de un compositor, guitarrista y cantante que forma parte esencial del rock de vanguardia en nuestro país.
Las Malas Lenguas son el guitarrista Julen Palacios, el teclista Saúl Cortés (ambos miembros del grupo de art punk La Familia Atávica), el bajista Germán Sánchez (actualmente al frente del proyecto de música electrónica Diadiez), además de la colaboración especial de Jorge Fuertes (Doss, De la Rosa) y la thereminista Marina Radis (IPD, Manta Ray, Birabent).
Las Malas Lenguas están sacando a pasear
Lo eterno es lo que más dura, y ayer volvieron a hacer de las suyas. Siempre cosechan
excelentes críticas, y aunque probablemente sea lo justo, admitamos que es también aburrido. De modo que ha llegado el momento, sí, amigos, de ponerles algunos peros.
Por ejemplo: su música es decididamente experimental y atrevida, pero su disfrute está al alcance de cualquiera con oídos hospitalarios. Es inquietante y siniestra, pero a la vez juguetona y cordial. Amarga y encabronada pero también jovial y balsámica. Capaz de recorrer paisajes musicales delicadamente tiernos, pero en cualquier momento asaltados por un acorde tenso como el tirachinas de un gamberrete hasta su estallido de final de barril de cerveza.
Es como esas masas de dos componentes que lo arreglan todo, incluídos ciertos estados carenciales. Por supuesto, no consulte antes ni a su médico ni a su farmacéutico.
Vamos, que siempre da gusto oíros.