lunes, 16 de enero de 2006

El valor del trabajo


El pintor norteamericano James McNeill Whistler (1834-1903) realizó una serie impresionista de paisajes -o nocturnos, como decidió llamarlos- que fueron rechazados por la mayor parte de los críticos de su época. Uno de estos sumos sacerdotes del gusto, el británico John Ruskin, escribió un furioso ataque contra el cuadro de Whistler Nocturne in Black and Gold: The Falling Rocket (1874), acusándole de chapuza y engaño y afirmando que el artista "pedía doscientas guineas por lanzar un bote de pintura al rostro del público". Whistler demandó al crítico por difamación. El juicio tuvo lugar en noviembre de 1878.
(Abogado): Veamos, señor Whistler. ¿Puede decirme cuánto tiempo ha invertido usted para despachar ese nocturno?
(Whistler): (...) bueno, por lo que recuerdo, un día, más o menos.
- ¿Sólo un día?
- No lo afirmaría con seguridad; quizá lo haya retocado un poco al día siguiente, cuando la pintura todavía no se había secado. Por eso debería decir más bien que he trabajado dos días en él.
- ¡Ah, dos días! ¿Así que por el trabajo de dos días pide usted doscientas guineas?
- En absoluto; las pido por el saber que he adquirido en toda una vida. (Aplausos en la sala).
Whistler ganó el juicio, aunque los elevados gastos del proceso le llevaron a la ruina.

5 comentarios:

Imouto dijo...

Incríble que el pintor ganara el juicio. Si hubiese nacido un siglo más tarde seguro que habría gozado de mayor respeto y entendimiento por parte de la crítica: un ejemplo

Anónimo dijo...

Y si hubiese nacido siglo y medio más tarde seguro que aparecería alguien reclamando derechos de autor o llevando el caso a los tribunales por plagio, Imouto.

Anónimo dijo...

Una demostración más de cómo las historias se cuentan con personajes conocidos de todos; esa anécdota la había oido yo... de Picasso. Curiosa ecuación: si eres famoso, el imaginario popular tenderá a hacerte más famoso. Saludos. R.

Pablo dijo...

Lo que me sorprendió de la anécdota es la perplejidad con la que el autor reacciona ante el concepto de precio -el que maneja el abogado-; no ve en el resultado de su actividad otra cosa que no sea valor. Sólo con el tiempo la crítica asimila que ciertos rasgos (el aspecto "inacabado" del impresionismo, la aleatoriedad del action painting de Pollock...) resultaban ser un valor. Y es entonces cuando se les pone precio...

Gskinner dijo...

Personajes conocidos por todos pero también como concepto:
-¿Me vas a cobrar 60€ por apretar un tornillo?

-No, te cobro 60€ por saber qué tornillo apretar.

Sin duda James era un genio, mira hasta donde ha llegado su idea.