jueves, 20 de abril de 2006

Anarchy in the UK: V de Vendetta (2005)

Todas las adaptaciones de un medio a otro arrastran un riesgo y parecen llegar siempre envueltas en una amenaza de decepción, cuando no de sacrílega violencia sobre el original. Si además éste es ampliamente considerado una de las cumbres del cómic -V de Vendetta de Alan Moore y David Lloyd-, la adaptación pone en guardia a todo un séquito de soliviantados admiradores, inquisidoramente atentos a cualquier desviación herética respecto de La Obra. El propio Moore ha podido estimular esta clase de reacciones desde que se desvinculara no sólo de ésta sino de anteriores adaptaciones cinematográficas de sus creaciones, una decisión por otra parte comprensible tratándose de From Hell (2001) y (especialmente) La liga de los Hombres Extraordinarios (2003). La ausencia de su nombre en los créditos de V de Vendetta, según sus propias palabras, se debe al hecho de que el guión de los hermanos Wachowski era «una porquería» y la historia había sido desprovista de su mensaje libertario.
Sin embargo, de la película de James McTeigue puede decirse, al menos, que es la mejor adaptación cinematográfica que se ha hecho hasta ahora de una obra de Alan Moore: respeta en líneas generales el escenario, la fábula y los personajes que conformaban las vigas maestras de la novela gráfica y levanta sobre ellas una narración ágil, con excelentes interpretaciones, un cuidadoso diseño de producción, una destacable banda sonora y un cierto (y agradecido) autocontrol en el despliegue de efectos especiales. Al igual que en el cómic, la historia de V es un nudo de venganza personal cruda e implacable a lo Conde de Montecristo y metódica planificación revolucionaria contra un orwelliano régimen fascista dos objetivos convergentes para el protagonista, probablemente relacionados con la intención inicial de Moore de desarrollar una serie regular y que no amenazan la consistencia del relato-. Esta historia se trenza a su vez con la de la transformación de Evey, ese personaje angular de toda narración distópica que va cobrando conciencia del infierno en el que vive hasta ingresar decididamente en el activismo antisistémico.
P
or supuesto, los puristas del cómic habrán identificado sin dificultad numerosos detalles alterados en la adaptación cinematográfica. Algunos personajes son más planos –Sutler es el dictador absolutamente malvado, Finch el policía a la altura de las circunstancias-, pero V preserva la ambigüedad moral característica de los héroes de Moore (véase Watchmen), alternando los papeles de víctima y verdugo. El cómic, realizado entre 1981 y 1988, estaba ambientado en 1997; la película, a comienzos del siglo XXI y algo después de que la guerra americana empeorara. Aquél dirigía su filo crítico hacia el rearme conservador del thatcherismo; la película lo reorienta hacia tópicos más contemporáneos, como los estados de excepción permanente justificados por la necesidad de la contrainsurgencia (las capuchas naranjas de los prisioneros son una referencia directa a Guantánamo y Abu Gharib), la islamofobia (el Corán es un libro prohibido), o la política del miedo (cuando la amenaza gana consistencia, el líder Sutler decide enseñar al pueblo por qué le necesitan mediante un torrencial bombardeo de noticias sobre males en expansión, desde una guerra civil a la gripe aviar). Pero sobre todo, y más allá de las alusiones al presente prendidas de estos imperdibles, sorprende que V de Vendetta no eluda el carácter terrorista de las tácticas del personaje creado por Alan Moore -ataviado como Guy Fawkes, el audaz conspirador que el 5 de noviembre de 1605 trató de volar con 36 barriles de pólvora el parlamento británico-, particularmente en un contexto de hipersensibilidad que a menudo impide activamente la mínima reflexión sobre esa categoría. Con esto no queremos decir que la película constituya una sofisticada parábola en torno al terrorismo de las que obligan a acariciarse el mentón; pero sí que conserva algo del aliento subversivo de la obra original, o al menos tanto como podría esperarse de una producción de la Warner –que, tras Buenas noches, y buena suerte (2005), ya comentada aquí, y Syriana (2005), y dentro de los límites que imponen los imperativos comerciales, parece en camino de convertirse en una especie de quintacolumnista ideológica de Hollywood-. V es, descaradamente, un terrorista. También es la víctima colateral y el engendro de un régimen monstruoso al que calificaremos también como terrorista, o de lo contrario habremos perdido toda credibilidad en sucesivos usos del término. Su venganza sólo será completa cuando éste haya sido destruido; pero entonces habrá que recordar con V que la anarquía tiene dos caras: La creadora y la destructora. Así, los destructores derriban imperios; crean un lienzo de escombros sobre el que los creadores pueden pintar un mundo mejor. Se trata de esos dos momentos del proceso revolucionario a los que aludía Maïakovski en 150.000.000: Nuestras hazañas / serán más difíciles que las del Creador /que llenaba / de cosas el vacío. / No sólo tenemos que construir / con imaginación nueva, / sino también dinamitar lo viejo.
Y si de dinamitar lo viejo se ha encargado V e
n cumplimiento de su venganza, a Evey le corresponde el relevo en el momento creador, que obliga a hacerse cargo de la inevitable cuestión del poder (No voy a liderarles; les ayudaré a construir). Pero, como tantas otras narraciones sobre las posibilidades de una transformación política radical, V de Vendetta detiene su relato en ese hermoso y precario instante de destrucción y tabula rasa previo a la reconstrucción utópica en el que todas las virtualidades permanecen congeladas. Lástima que no podamos asistir a su delicado y esperado desarrollo, a menos que los Wachowski nos den la solución en las improbables secuelas V Reloaded y, sobre todo, V: Revolutions.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen trabajo con el artículo este... muy currado. Sólo puntualizaría que -creo- el término inquisidoramente debería cambiarse por "inquisitorialmente", que, si no me equivoco, es más correcto.

Un consejillo de html que acabo de aprender mirando un código fuente:
Cuando pongas un link, añade exactamente esto justo después de cerrar las comillas de la página vinculada:

target="_blank"

De ese modo, cuando alguien pinche en tu link, se abrirá una nueva ventana del explorador que irá al sitio linkado en lugar de tener que abandonar La Marmitácora.

Saludos

Nacho

Anónimo dijo...

Por una vez y a regañadientes, estoy totalmente de acuerdo con la marmitácora. "V de vendetta" es una estupenda adaptación de comic. Tiene el ritmo justo y abusa sólo un poco (valga la contradicción) de las cursilerías de cámara lenta, musiquita y lluvia torrencial cayendo sobre el protagonista ("Crash", sin ir más lejos, es más efectista y ha ganado premios a paletadas). ¡Y larga vida a Stephen Rea!

Alicia M. dijo...

Lo mismo digo. Comparto plenamente la crítica que haces de V de Vendetta. Que sepas también que Ripi la vio y está bastante interesado en hacer el próximo seminario sobre este tema, complementándolo con una novela de Gibson que comenta Jameson en su último libro. Te incluyo su comentario al hilo de la película: "me interesa de esta película el sueño individualista infantil de destruirlo todo,
vinculado a la inseguridad y la privación del consumo, injertado en la
variante de Negri. Puede ser una variante post-fascista."
Toma ya, no? habrá que pensar sobre ello, resulta interesante. Estaría bien que el próximo seminario te veamos por aquí!
Saludos!!

Pablo dijo...

Saludos, alicia m. Me haría muy feliz que los tiros del próximo seminario fueran por ahí, contad conmigo para ello y para cualquier plan relacionado con el sueño individualista infantil de destruirlo todo (Ripi como siempre, hilando fino...). Yo diría que la inseguridad y la privación de consumo estám más relacionados con el saqueo (también un sueño individualista infantil, el de los grandes almacenes para uno sólo) que con la destrucción... y respecto a esta última, ¿por qué habría de ser una variante post-fascista y no post-revolucionaria o post-sesentayochista frustrada, del tipo "ya sé que no hay ninguna playa bajo los adoquines pero igual lo mando todo a la mierda y al menos que quede constancia de mi disconformidad"...

Anónimo dijo...

Yo solo puedo recomendar, si interesa el tema de lo viejo frente a lo nuevo, y muchas cosas mas, la lectura de "Destinos truncados" de Boris y Arkadi Strugatski en ediciones Gigamesh. Una pequeña joya de la literatura ¿rusa?.
Lev Mishkin

Pablo dijo...

Saludos, Lev; bienvenido a La Marmitácora. Lo único que conocía traducido de los Strugatski es Roadside picnic -en mi opinión, una joya-, así que te agradezco la sugerencia.

Anónimo dijo...

Pues aún hay más. "Ciudad maldita" tambien en Gigamesh, donde sujetos procedentes de la tierra ¿muertos? llegan a una extraña ciudad y son sometido a el Experimento Social. El protagonista un joven stalinista, que acabara convertido en ...
también hay un yanqui, un chino, un nipón, varios nazis, rusos,...
Alucinante la partida de ajedrez contra Stalin, la ciudad de las mil estatuas, la leyenda de de la anti-ciudad, y uno final tipico de los Strugatski, donde la tensión crece hasta alcanzar lo que se conoce por ¿climax?.
Ya me gustaría hablar de este libro con alguien que lo haya leido, ya me gustaría...
Lev Mishkin

Pablo dijo...

Pues lo dicho, tomo nota, y cuando pueda dedicaremos a los Strugatski la entrada que se merecen en La Marmitácora. Entretanto, y para corresponder a tan generosas recomendaciones, te remito a una novela divertidísima de Matt Ruff que comenté hace tiempo.