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FELIPE SE NEGABA a entrar en la casa del terror pero sus amigos le arrastraban. Él protestaba, aunque se dejaba llevar. "He tenido muy malas experiencias", decía. Literalmente le subieron al trenecillo, le pagaron incluso la entrada y entre bromas y risas, haciendo mofa de sus aprensiones, entraron en el túnel.
El primero en salir huyendo fue el individuo que, disfrazado de espantajo, daba escobazos a los viajeros. Luego los demás, el que hacía de momia, el que hacía de vampiro, el que hacía de bruja, el que hacía de esqueleto fosforescente. El colmo fue ver salir huyendo también al conductor del trenecillo.
Los pasajeros, ya solos, miraron entonces a Felipe y también salieron corriendo. Éste, detrás de sus amigos les gritaba: "Os lo había dicho".
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