Children of men (2006)
Si los escenarios de la ciencia ficción distópica cada vez parecen más convergentes es porque cada vez más se proyectan apenas unas zancadas en el futuro. El ejercicio imaginativo que nos exige una representación convincente de una sociedad decrépita es escaso, pues, como bien supo ver el genial Philip K. Dick, no es del todo imposible que el infierno ya sea esto. Hijos de los Hombres captura con eficacia este rollo -o, para expresarlo con un término menos pedante, este zeitgeist- en que estamos inmersos, confundidos pero secretamente convencidos de que las pesadillas que nos devuelve la ciencia ficción apenas son ya una ligera distorsión del presente.
Un régimen autoritario a lo V de Vendetta (2005) pero más discreto trata de frenar la imparable marea de refugiados que amenaza la estabilidad de una Gran Bretaña convertida en una especie de último bastión civilizatorio asediado por el caos político y el terrorismo islámico. Tampoco es por ello un paraíso amenazado -como ocurría en las distopías clásicas- en el que algunos mecanismos chirrían más o menos, sino un paisaje desolado y herrumbroso, erizado de escombreras y controles policiales, donde el óxido consume los despojos del naufragio postindustrial. Podría parecer bajo un primer vistazo que su principal premisa argumental -la creciente plaga de infertilidad que afecta al género humano y ha impedido que ningún niño haya nacido en dieciocho años- es el elemento que menos tiene que ver con nuestro presente. Grave error. Junto a la avalancha de refugiados, que ni siquiera es una metáfora de la inmigración, la población decreciente adquiere la valencia de una ansiedad fundamental de las clases media y alta del primer mundo, enfrentada a una imposible ecuación: queremos mantener el nivel de bienestar que veníamos disfrutando hasta que Ellos llegaron a amenazar nuestro estatus, nuestra identidad cultural, nuestra seguridad ciudadana o cualesquiera objetos de valor de la clase media; pero nuestro inconsciente político sabe que sin Ellos y las amenazas que representan no podríamos mantener el nivel de bienestar privilegiado que queríamos preservar antes de que llegaran, atraídos por nuestra necesidad, nuestro reclamo; nuestra baja natalidad.
No quiero extenderme sobre los aspectos cinematográficos: basta decir que, además de un acertadísimo reparto (impresionante Sir Caine), la dirección es de una elegancia impecable, con los alardes adecuados a cada momento: sobria cuando la historia lo requiere, para que nos fijemos en el relato y no en la tecnología -como lo hacían Gattaca (1997) o Código 46 (2003)-; audaz en las escenas de acción, como en la memorable persecución a bordo de un coche que se niega a arrancar y ha de ser empujado, o en los espectaculares planos-secuencia de la escena final. Alfonso Cuarón firma con este título, probablemente, la mejor película de ciencia ficción de este año.
Un régimen autoritario a lo V de Vendetta (2005) pero más discreto trata de frenar la imparable marea de refugiados que amenaza la estabilidad de una Gran Bretaña convertida en una especie de último bastión civilizatorio asediado por el caos político y el terrorismo islámico. Tampoco es por ello un paraíso amenazado -como ocurría en las distopías clásicas- en el que algunos mecanismos chirrían más o menos, sino un paisaje desolado y herrumbroso, erizado de escombreras y controles policiales, donde el óxido consume los despojos del naufragio postindustrial. Podría parecer bajo un primer vistazo que su principal premisa argumental -la creciente plaga de infertilidad que afecta al género humano y ha impedido que ningún niño haya nacido en dieciocho años- es el elemento que menos tiene que ver con nuestro presente. Grave error. Junto a la avalancha de refugiados, que ni siquiera es una metáfora de la inmigración, la población decreciente adquiere la valencia de una ansiedad fundamental de las clases media y alta del primer mundo, enfrentada a una imposible ecuación: queremos mantener el nivel de bienestar que veníamos disfrutando hasta que Ellos llegaron a amenazar nuestro estatus, nuestra identidad cultural, nuestra seguridad ciudadana o cualesquiera objetos de valor de la clase media; pero nuestro inconsciente político sabe que sin Ellos y las amenazas que representan no podríamos mantener el nivel de bienestar privilegiado que queríamos preservar antes de que llegaran, atraídos por nuestra necesidad, nuestro reclamo; nuestra baja natalidad.
No quiero extenderme sobre los aspectos cinematográficos: basta decir que, además de un acertadísimo reparto (impresionante Sir Caine), la dirección es de una elegancia impecable, con los alardes adecuados a cada momento: sobria cuando la historia lo requiere, para que nos fijemos en el relato y no en la tecnología -como lo hacían Gattaca (1997) o Código 46 (2003)-; audaz en las escenas de acción, como en la memorable persecución a bordo de un coche que se niega a arrancar y ha de ser empujado, o en los espectaculares planos-secuencia de la escena final. Alfonso Cuarón firma con este título, probablemente, la mejor película de ciencia ficción de este año.
6 comentarios:
Espero se me perdone mi aparente frivolidad entre tanto análisis preciso y sesudo, pero es que los caballeros somos así. JULIANNE MOORE!!! ¡Qué mujer! Sería capaz de cargar con la puta distopía en la que vivimos yo solito tan solo, como dirían los Pogues "for the ghost of a smile".
Incluyo la canción, para solaz de dipsómanos irlandeses.
Saludos desde el infierno.
You gotta walk that mile honeychild
You gotta walk that mile honeychild
Well Ill show you what is hip
As we walk down leeson strip
& Ill do it for the ghost of a smile
You cant take it with you when you go
You cant take it with you when you go
You gotta walk, walk that mile
& Ill be with you honeychild
& Ill do it for the ghost of a smile
Dont wait too long
Dont wait too long
Dont wait too long or Ill be gone
El maldito screener (o como se diga) me impidió disfrutarla como es debido. Prometo volver a verla cuando salga el DVD.
La volví a ver anoche (me parece una gran candidata a cine navideño, con esa temática) y me lo pasé como un enano. Es escandalosamente efectista, pero está tan bien hecha y tiene una ambientación tan lograda, que no se le cierra a uno la boca. Y luego lo de Michael Caine, brutal... Ahora, me pregunto, además de con "A Scanner Darkly", qué más ha habido en el año para comparar? Saludos. R.
Cierto, ahora que lo mencionas no parece que haya habido mucho más con lo que comparar. Prometo hablar de A scanner darkly cuando la vea.
Excepcional artículo, Pablo, y con numerosas referencias al mundo de simulacros y de islas de cemento, que escribió el otro, que tenemos en la actualidad. Es la primera crítica que me anima a ver la película, de verdad.
Por cierto, vi hace meses A scanner darkly y me decepcionó bastante: grandes ocurrencias y excelentes diálogos, pero con un ritmo tan torpe y tan confuso, que desanima al espectador. Las interpretaciones que sugiere sobre (de nuevo el tópico), la sociedad de burbujas narcotizadas, eso sí, es otro asunto.
Hace poco me vi la peli, y debo admitir que me dejo impactado, ver la escena de cuando llora el protagonista, me toco mucho, ver cuando la mujer embarazada llevaba al hijo llorando y nadie decia nada, tambien me toco mucho.
Creo que sino nacieran mas niños que razon tendria seguir viviendo??? no se porque
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